Info General
Distribuidas desde la Costa Atlántica hasta la Cordillera, y a través de toda la meseta patagónica, las estancias en sí mismas y las hosterías ubicadas en fincas, ampliaron la posibilidad de alojarse en estas zonas rurales.
Lo que alguna vez fue una necesidad para los viajantes, hoy se convierte en una motivación para los viajeros de placer que encuentran en este tipo de alojamiento un atractivo en sí mismo.
Alojarse en estancias es adentrarse en lo más profundo del encanto patagónico, y vivenciar una zona del planeta donde el tiempo parece no haber transcurrido, o por lo menos haberlo hecho muchísimo más lento.
Sus noches profundas, sus amaneceres encendidos, sus silencios solo arrebatados por el viento, forman parte de la larga lista de servicios "exclusivos" incluidos en este tipo de alojamiento.
La temporada del año en que pueden ser visitadas dependen básicamente de su localización y características, siendo en general de septiembre a abril la época más recomendada y en la que se hayan mayormente abiertos al turismo.
Teniendo en cuenta que en general no cuentan con muchas habitaciones, es conveniente prever en forma anticipada las reservas.
Identidad
"Un profundo afecto une a los colones a estos solitarios valles andinos, como si fueran dominados por una fascinación misteriosa" (Padre Alberto De Agostini)
Las estancias se erigieron en Patagonia, a partir de la llegada de colonos de proveniencias muy diversas. Desde inmigrantes europeos, marineros que habían quedado en tierra, buscadores de oro desilusionados por las promesas de Tierra del Fuego, liberados de la cárcel de Ushuaia, aventureros, y refugiados políticos de varias naciones. A ellos se sumaron quienes habían acompañado a geógrafos y militares en su tarea de delimitación de los límites, que quedaron fascinados por el lugar.
Es difícil imaginar cuán dura fue la vida de esos colonos, que debían construir todo por sí solos, desde los establos hasta su pieza, con muy escasos recursos; más aun teniendo en cuenta que su única conexión con el mundo eran en los viajes que realizaban una vez al año en carro hacia los puertos de la costa atlántica, para vender los fardos de lana.
Cada uno instalo su casa en lugares que resultaran propicios para la cría de ovejas y en algunos casos de vacunos, generalmente en los valles de la Cordillera o a orillas de lagos. Pero era una realidad tan dura, no sólo desde las dificultades económicas que tenían que afrontar, sino desde el peso psicológico de la soledad, que muchas de ellas no subsistieron, y su descendencia fue retornando a la urbes.
Los exploradores y primeros andinistas dependieron de la ayuda de los pobladores pioneros para poder realizar sus expediciones, ya que en las estancias (mas aun en aquellas que tenían una administración familiar) encontraban alojamiento, comidas, información y caballos. De aquí surge la estrecha relación entre una estancia y la hospitalidad, en zonas tan inhóspitas.
Hubo otras estancias que eran a menudo propiedad de poderosos grupos familiares, que eran regenteadas por administradores y tenían varias decenas de peones dependientes. En ellas se sucedió cerca de los años 1920 algunos de los episodios mas oscuros de la vida de las estancias patagónicas, con la confrontación de grupos sindicales que buscaban reivindicar la dignidad y condiciones de los peones de estancias y frigoríficos, en un contexto de connivencia del poder político y militar con los grandes estancieros. Esto desencadenó dos grandes huelgas en 1921 y 1922, arrojando esta última una gran cantidad de asesinatos y matanzas de peones. Esto también forma parte de la historia de las estancias de Patagonia.
Las estancias y el turismo
A fines de los años 80, con el crecimiento de la actividad turística en la zona, algunas estancias toman un nuevo rol, abriéndose a esta actividad en forma complementaria a la rural. Algunas de ella dedicándose al alojamiento, otras como base de excursiones a atractivos de sus zonas aledañas, y otras como un atractivo en sí mismo por su historia pionera.
Distribuidas desde la Costa Atlántica hasta la Cordillera, y a través de toda la meseta patagónica, las estancias en sí mismas y las hosterías ubicadas en fincas, ampliaron la posibilidad de alojarse en estas zonas rurales.
Lo que alguna vez fue una necesidad para los viajantes, hoy se convierte en una motivación para los viajeros de placer que encuentran en este tipo de alojamiento un atractivo en sí mismo.
Alojarse en estancias es adentrarse en lo más profundo del encanto patagónico, y vivenciar una zona del planeta donde el tiempo parece no haber transcurrido, o por...
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